Taylor Swift: Inteligencia, venganza o agallas. Todo a la vez en un solo movimiento.
En el negocio de la música, la banca nunca perdía, y la banca eran las compañías discográficas que elegían a qué jóvenes promesas aupar al estrellato bajo su manta que, a la vez, daba por un lado seguridad y fama, pero también estrangulaba en lo relativo a las condiciones financieras.
Las discográficas normalmente son dueños de los derechos de las canciones: Hemos visto un creciente negocio en la compra-venta de los derechos de las canciones. Cada vez que una canción suena en la radio, en Spotify, en una película o en un anuncio, el dueño de los derechos recibe su parte.
Pero las grabaciones originales se compran y venden por separado: Es decir, las pistas originales de estudio con las que puedes realizar las versiones re-masterizadas son un activo diferente del derecho de reproducción.
Taylor Swift, como otros muchos artistas, quiso recuperar los derechos de su música: Swift comenzó su carrera con el sello Big Machine, que grabó y retuvo los derechos de sus primeros seis álbumes (Taylor Swift de 2006 – Reputation de 2017 ). Pero en 2018, Swift llegó a un acuerdo con Universal que le vendió la propiedad de «su» música.
En 2019, Big Machine vendió las grabaciones originales al manager musical Scooter Braun, a quien Swift ha acusado de intimidación, y Braun vendió los masters a la firma de inversiones Shamrock Holdings por 300 millones de dólares.
La jugada maestra de Taylor: Re-grabar su segundo disco, que es uno de los mas exitosos. Consigue una grabación original de sus canciones al precio de lo que le haya costado el tiempo de estudio y del equipo y hace que el activo, ahora en manos de la firma Shamrock Holdings, valga mucho menos.
Taylor ha demostrado que el creador de las canciones no tiene toda las batallas perdidas en el negocio de la música, aunque todo pasa por no ceder, o recuperar los derechos de sus canciones. Además, ahora los nuevos grupos no tienen que pasar por el yugo de las discográficas que les obligan a ceder sus derechos, si no que pueden construir su audiencia directamente mediante canales digitales.