Panorámica semanal: la cuenta de Trump y otras batallas tecno-políticas
Esta semana Facebook decidió prohibir la cuenta de Trump durante 2 años, y hubo un gran debate:
¿Debe una empresa privada tener este poder? Tal y como había sugerido su «consejo de supervisión» unas semanas antes, Facebook ha revisado la suspensión, hasta ahora indefinida, de la cuenta de Donald Trump. Era parte de una revisión general de las políticas de moderación de contenidos de la empresa, también en consonancia con lo que había aconsejado el consejo de supervisión. El resultado ha sido que los mensajes de Trump el pasado mes de enero se han clasificado como una de las ofensas potenciales más graves que contempla el nuevo marco, lo que ha llevado a extender la prohibición por al menos 2 años. Como era de esperar, esto ha generado aún más debate sobre por qué las empresas tecnológicas tienen que tomar estas decisiones. En Florida, el estado ha aprobado una ley que permite a los ciudadanos demandar a las empresas por cosas como éstas. Y en otros sitios mucha gente reclama que sean las instituciones oficiales,controladas por mecanismos democráticos, y no empresas privadas, las que hagan esto (FT)
Vale, pero ¿cuáles son las implicaciones de un mayor «control democrático»? Suena bien, por supuesto. Pero todo esto recuerda un poco a los tiempos en que la prensa se presentaba como un «cuarto poder» independiente. En la práctica, si las redes sociales llegan a ser controlados por las instituciones políticas, entonces quedarán inmediatamente invalidadas como «mecanismo de equilibrio» para contrarrestar los posibles excesos de estas mismas instituciones (por ejemplo, la América de Trump…) Un ejemplo extremo es el caso de los países autoritarios, donde los gobiernos controlan todas las instituciones, y ahora van camino de tomar también el control de las redes sociales. Esta semana nos enteramos de que Nigeria ha bloqueado Twitter en las redes móviles del país, después de que la empresa decidiera borrar un post del presidente del país, que muchos habían interpretado como una apología de la violencia política. También hemos visto un debate en Bloomberg, sobre la necesidad de limitar lo que los gobiernos autoritarios pueden hacer con Internet, por ejemplo, prohibiendo las exportaciones de tecnologías de “supervisión”. Así que, como suele ocurrir con estas soluciones «políticas», hay un riesgo de que lo que inicialmente parece un «control» razonable pueda degenerar en algo peor (FT)(Bloomberg)
Paradójicamente, en este caso también se acusa a la empresa de intentar complacer a las instituciones democráticas… Además, la paradoja aquí es que encima se critica a Facebook precisamente porque las decisiones de la empresa parecen seguir «amenazas y directrices políticas». Así que al final no está claro que las decisiones tomadas por las instituciones políticas estadounidenses, ahora controladas por los demócratas, hubieran sido muy diferentes. Así que hasta cierto punto todo esto parece un debate formal y no muy productivo (WSJ)
Al final todo esto parece una cuestión de competencia: Un artículo de opinión en el FT de esta semana, antes del anuncio de la decisión de Facebook, identificaba la aplicación de los principios de la libertad de expresión a internet, por un lado, y el riesgo de comportamiento anticompetitivo de los gigantes de internet, por otro, como dos elementos clave que los reguladores deben tener en cuenta a la hora de enfrentarse a las actividades de las Big Tech. Y ambos aspectos están relacionados, como también podemos ver en el caso de Facebook contra Trump. Todo el debate parece basarse en el convencimiento de algunos de que Facebook es en la práctica un monopolio, o un oligopolio, junto con Twitter y algunos más. Si existe una competencia efectiva, eliminar la cuenta de Trump de una plataforma no limita su libertad de expresión, ya que en ese caso se podría ir a una plataforma alternativa, o crear otra. Así que probablemente la forma correcta de ver esto para los reguladores es eliminar cualquier cuello de botella potencial o barrera a la competencia, si es que la hay. Este artículo menciona (por supuesto) la acumulación de datos personales de los usuarios. Sí, podría haber otros enfoques, más allá de la regulación, haciendo uso de la tecnología… Por ejemplo, aplicaciones descentralizadas y blockchain, pero esa es otra historia… (FT)
La competencia también podría ser fundamental para desarrollar la IA de forma sostenible. Un debate paralelo, probablemente más interesante, en la prensa de negocios de esta semana se ha centrado en la evolución reciente de la investigación en tecnología avanzada, que se ha movido desde el ámbito académico / público a organizaciones con ánimo de lucro. En el caso concreto de la IA, hay quien afirma que el control empresarial de la I+D ya está aumentando los riesgos de que se desarrollen casos de uso no responsables / no éticos. Algunos incluso imaginan una «versión privatizada de China» en la que un grupo de empresas privadas lo saben todo sobre todo el mundo. Esto se ha debatido en el contexto de los acuerdos recientemente firmados por el NHS británico, y por otras instituciones de salud, con empresas de IA para compartir historiales médicos de cara a crear aplicaciones de salud basadas en IA. En contra de las opiniones negativas, Demis Hassabis, fundador y portavoz de DeepMind (que fue adquirida por Google), dice que la relación con la empresa matriz ha sido fructífera, y afirma que es compatible con la colaboración con otras instituciones, que garantizaría la máxima transparencia. Pero, de nuevo, la competencia en el secgtor puede ser muy útil para limitar el poder de determinadas empresas y reducir los riesgos (FT)
Esta semana también hemos sabido que Europa y el Reino Unido han iniciado investigaciones antimonopolio sobre Facebook. En lo que respecta a la competencia, y a Facebook, hubo más noticias esta semana. La UE y el Reino Unido han puesto en marcha, de forma independiente y simultánea, investigaciones antimonopolio sobre el uso que hace la compañía de los datos de sus clientes para dominar mercados básicos como el de la publicidad digital. Las investigaciones analizarán el uso que Facebook hace de los datos (FT)
La UE ha dicho que centrará sus esfuerzos antimonopolio en los «5 grandes» gigantes tecnológicos: En el caso de la UE, se trata de un primer paso en el nuevo enfoque que los reguladores de la región han decidido seguir respecto a la economía digital. Esta semana, el Financial Times comentaba las opiniones de uno de los autores de la legislación recientemente aprobada sobre la limitación de la influencia de los «gatekeepers» para crear barreras competitivas. Según él, los «mayores problemas» para la competencia son las 5 principales empresas «Big Tech», es decir, Apple, Microsoft, Amazon, Google y Facebook. Al parecer, los umbrales para definir un «gatekeeper» se han definido de tal forma que conducen casi exclusivamente a estas cinco empresas (FT)
Mientras tanto, en el mundo de los smartphones, Google sigue a Apple y convierte la privacidad en un activo competitivo: Finalmente, como ejemplo de los casos en que la regulación se vuelve irrelevante ante movimientos competitivos reales, esta semana vimos cómo Google ha seguido el ejemplo de Apple con respecto a la protección de la privacidad en los smartphones. Android facilitará a los usuarios el veto a que se les haga seguimiento por parte de aplicaciones de terceros sobre lo que hacen con sus teléfonos, con un mecanismo muy similar al que Apple ya introdujo para iOS. Sí, esto puede ayudar a Google, como propietario del sistema operativo, a la vez que protagonista de la publicidad digital, e incluso a Facebook, como propietario de algunas de las apps en las que se centra la atención del usuario. Pero parece un paso efectivo en la dirección correcta (FT)